Permíteme, Arcángel Gabriel, que escuche a cuantos me rodean.
No dejes que me resista a la verdad.
Que mis ojos físicos se abran y también los de mi corazón.
No permitas que la terquedad haga su nido en mi interior.
Libérame de todo cuanto pueda hundirme en la ignorancia.
Ayúdame a oír la voz del Señor, mi Dios y no dejes que me conduzca con obstinación.
Ayúdame a utilizar palabras y actitudes de amor y de jubilo a abrir mi corazón a todo lo bello, pues la belleza también es sabiduría del Señor.
Permíteme escuchar con el corazón y con la mente, tener paciencia para esperar y reconocer el pensamiento sabio cuando llegue.
Nunca me abandones en medio de la oscuridad del que no quiere ver, por que tu eres el
Mensajero de la luz, y hacia la llama de Dios me conducirás.
Mensajero del Señor guía mis pasos por el camino del conocimiento, y nunca permitas que mi corazón se cierre a la brillante luz del Amor, porque el Amor en el nombre de Dios en sabiduría
¡AMEN!
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