Después de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ellos son los reyes del Universo.
No existe otro poder tan grande como el de los Arcángeles, son los representantes directos de Dios.
Son llamados en otras culturas, los constructores del Orden Universal. Tienen diferentes misiones, y definidos son sus reinos.
Los augustos Siete Iluminados por la luz de la Trinidad.
Fueron ellos quienes elaboraron los mundos a las órdenes de Dios Padre. Son los Siete Misteriosos que todas las culturas mencionan con diferentes nombres.
Se los denomina en India Los Siete Hijos de Aditi, también en oriente son los llamados Siete Espíritus en el Sol.
En el Cristianismo y el Islam son los Siete Grandes Arcángeles.
Si bien son entidades de gran poder en espíritu, tienen a su cuidado el orden de los planetas y estos constituyen su reino, pues los siete grandes planetas están regidos por ellos.
Los planetas serian la forma exterior de su poder y algunos componen nuestro sistema solar.
Pero la naturaleza real es que son los Poderosos Hijos de Dios. Antiguamente, se reconocía que alrededor de los Siete Poderosos Hijos de Dios giraban las Doce Jerarquías Creadoras o los Doce Grandes Genios, que son las Doce Constelaciones del Zodiaco, de allí el basamento de la Astrología Mística.
El mundo fue evolucionando y cambiando sus concepciones duales de cuerpo y espíritu para quedarse solamente con lo que la ciencia moderna puede ofrecer y que es una concepción materialista carente de espíritu, por eso hoy en día no puede compararse la ciencia con la religión, ni enfrentarlas, buscarle el sentido si no se toma en cuenta que la ciencia en su afán de progresar desposeyó de todo sentido espiritual a toda cosa que estudiara.
La ciencia no tiene espíritu, ese es el gran error de nuestros días.
Tratar de encontrarle una explicación puramente racional a ciertos hechos espirituales es desnudar verdades para quedarse con un elemento vacío, siendo que es el espíritu que inunda e infunde poder al objeto estudiado o visto.
Por muchos años no se tomó en cuenta la verdad de los Ángeles, la historia reciente en películas e historias de ciencia-ficción los evocó nuevamente y revivió su fe, pero también agiganto ciertas fantasías y alimentó la imaginación de las personas con datos incorrectos y se trató de transferir ciertas dudas humanas a la dimensión angelical, como por ejemplo decir que los Ángeles no tienen sexo, o que son todos femeninos o todos masculinos.
En verdad, hay cuestiones que por simple deducción podrían asimilarse muy simplemente cuando no se conoce directamente y por experiencia propia una realidad.
Mirar el mundo desde el punto de vista tan sólo material o ver solamente el aspecto físico del fenómeno que es el universo sin tomar en cuenta el espíritu que los anima a ver, es un fracaso para el conocimiento del ser humano que egoístamente cree ser la única entidad animada de alma para reconocer su alrededor.
Si se tomara en cuenta que el espíritu está presente en todo, entonces el saber adquiriría un matiz más claro y el camino sería más recto para llegar a los misterios más profundos a los que el humano siempre deseó llegar, pero si cuando llega a ciertos umbrales los despoja de su sentido espiritual y cree que por haber descubierto algo antes inexplicable, ahora se convierte en algo más de su dominio exclusivo, entonces, sus pasos ya no le conducen adelante, sino que vuelve hacia atrás una vez más, pues está dicho que el ego no triunfará sobre el Espíritu.
Mientras el ego humano quiera montarse sobre el mundo como su regidor, no habrá evolución posible ni tampoco la rueda girara a su favor.
Los Santos no tienen ego, pero no carecen de fuerza o personalidad y su presencia se hace sentir en todo momento, tanto en la tierra, como aún después de haber partido.
Los Arcángeles están cerca y siempre lo han estado.
Es hora de mirar el cielo, sea de día o de noche, ellos están allí, entre las nubes o en las estrellas, sus espíritus brillan reflejando la Luz Divina.
Orar a Dios es una perfecta manera de conocer a los Ángeles.
tomado de Almas en Luz Ascendente
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